He escogido tres
frases de la película para comentarlas, con la intención de trazar unas líneas
posibles desde las cuales invitarlos a ver el film. Sin darme cuenta, tomé tres perspectivas, el
texto, la pintura, y la música, y luego recordé que la película fue hecha por
un escritor, un cineasta y un músico, Pascal Quignard, Alain Corneau, y Jordi
Savall. Estos son tres pequeños apuntes sobre una película de una riqueza
narrativa, una hermosísima representación de época y una gran belleza en los
personajes que se desarrollan.
“Tous les matins du monde sont sans retour”
Todas las mañanas del
mundo son sin retorno, podemos entenderlo como cada día es irrepetible, y al mismo tiempo como en cada día repite la falta de su retorno.
Podría decir que en esas dos frases se articulan las condiciones del deseo, en
tanto el objeto perdido es una y otra vez buscado, aún cuando siempre falta,
cada búsqueda es irrepetible y siempre fallida, allí donde la falta insiste en
faltar, y por lo tanto es objeto causa
de deseo. Articula también la frase tous
les matins du monde sont sans retour una pérdida como base, no sólo
establece lo irrecuperable de cada día vivido, sino en su otra cara, la
imposibilidad de encuentro con el objeto buscado. Así podríamos preguntarnos en
donde está colocado el sujeto en esa frase, ¿se coloca en el relanzamiento del
deseo ante la insistencia de la falta, o en la pérdida melancolizante de la
estructura que nombra y representa?
“Lo acepto por su dolor, no por su arte”
Lacan, en el
seminario sobre la ética en psicoanálisis nos dice, “el dolor tampoco debe ser
considerado pura y simplemente en el registro de las reacciones sensoriales… El
carácter complejo del dolor, su carácter, si puede decirse, intermedio entre lo
aferente y lo eferente… me contentaré con sugerir que deberíamos quizá concebir
el dolor como un campo que, en el orden de la existencia, se abre precisamente
en el límite en que el ser no tiene posibilidad de moverse” (Lacan, 1988, p.
76). Pasa luego Lacan a dar ejemplos de ésta incapacidad de moverse, de una
arquitectura del dolor; nos habla de cómo Dafne se convirtió en árbol, y de la
petrificación del dolor ante la ausencia que convertimos en estatuas de piedra,
que luego llamamos monumentos. Es interesante pensarse además de una arquitectura
del dolor una estética del dolor, una que sin duda verán presente en la
película, y que cuando la vi por primera vez, me remitió a imágenes de pinturas
antiguas vistas en un museo, y venía a mi cabeza la palabra Rembrandt. Después,
revisando varios artículos[1] sobre
la película, me encontré referencias a las pinturas de Lubin Baugin, Georges de
La Tour, y los hermanos Le Nain, todos pintores del siglo XVII considerados
parte de la estética Barroca. De hecho Lubin Baugin es un personaje en la
película, y su naturaleza muerta – still life en inglés, ambas formas de
nombrar una pintura con una estética petrificante – llamada Postre de
Barquillos es también un elemento de la película que funciona como parte de un
ritual preparatorio para la alucinación.
Las pinturas de George de la Tour,
cuya principal característica es el uso de la luz de una candela, son referidos
indirectamente en la película en varias escenas que utilizan precisamente este
elemento, y por el nombre del personaje principal, Madeleine, que en los
cuadros sostiene pensativa una calavera. Curiosamente, otra característica de los
cuadros de de la Tour es que sus personajes están siempre inamovibles.
Esta ausencia de
movilidad del ser, como define Lacan al dolor, podría pensarse además como una
ausencia de acto. La estética barroca de Baugin y de de la Tour, son usados en
la película como referentes de dos modalidades de dolor petrificante ante la
ausencia del amado, las cuales somos invitados a observar en largas tomas donde
la cámara no se mueve, tal como si estuviéramos en un museo. La naturaleza
muerta de Baugin y la Tombeau des Regrets, pieza compuesta por el personaje de
Saint-Colombe, se presentan en la película como parte de un ritual preparatorio
para la alucinación, un acto que se convierte en recurso precario, un
acting-out frágil que sostiene la vida anegada por el dolor. Por otro lado, la
referencia a las pinturas de de la Tour, se nos muestra como un dolor que
petrifica, la vida a penas se sostiene por la llama de una candela mientras se
acaricia la muerte, no hay música, hay silencio, un antes del pasaje al acto.
La estética de la
corte de Luis XIV es más bien, rica, exuberante, llena de luz, predomina el
color dorado y la música alegre. Pero cuando se trata de contar las historias
de antiguos maestros, antiguos amores, y antiguos dolores, se cierran las
cortinas y se invita al silencio. Estas dos posibilidades estéticas, una llena
de luz que muestra el disfrute de las riquezas del presente y otra que entre
penumbras y sombras convoca a los muertos, presentes en un mismo lugar, en la
misma corte, nos habla de una mayor flexibilidad en el quehacer con el dolor,
en la alternancia de luz y sombra que articulan los caminos del deseo.
“Madeleine, a cada ira de su padre, era como
un navío que zozobra y se hunde de improviso”
¿Qué se hereda? ¿Se
hereda lo mismo a una hija que a un aprendiz? ¿Se hereda una forma de amar o
una forma de doler la ausencia del amado? Tenemos a un maestro de la música que
le transmite su saber a tres personas. Pero sólo dos de esas personas enuncian
claramente su deseo por aprender a tocar la viola, aún y cuando el maestro
Saint Colombe pone obstáculos en su camino. La tercera persona, aprende el arte
del instrumento como una forma más de navegar el duelo interminable del
maestro, una forma de apaciguar su ira. Es así que lo que se hereda no depende
sólo de quien busca transmitirlo, sino de que el que recibe la herencia escoja
recibirla. Genevieve Morel, en su libro La ley de la madre expone como la
construcción del objeto del deseo pasa primero por ser el objeto del deseo de
los padres, la autora nos dice “El bebé es al principio un objeto en el deseo
de sus padres. Del objeto real que fue para ellos, él no sabe nada y ellos
tampoco mucho. Pero de aquel saber no sabido subsisten huellas: el objeto deja
marcas en lo inconsciente. Luego, el niño construye una fantasía alrededor de
la red de interpretaciones que el teje
en torno de este objeto real[2]”. En
ese acto interpretativo de su lugar en el deseo de los padres, el niño se
separa y se constituye como sujeto deseante, ya no navegando el deseo de los
padres sino el suyo propio. Poder enunciar el deseo por la música y por la
viola hace que lo aprendido del maestro pase a constituir territorio del deseo
del aprendiz, navegar la ira del maestro supone que al tocar la viola se
transita en territorio ajeno, y la música no se constituyo como recurso propio
ante los vaivenes de la vida.
Navegar la ira del
maestro,
Surcar sus aguas
melancólicas,
Embarcar en los
deseos del amado,
Naufragar en mares
extranjeros,
Timonear con
instrumento ajeno,
Sumergirse en aguas
oscuras,
Marinero al fin y no
sirena,
Un navío hundido en
su zozobra.
Textos escogidos por Lucía Molina y Kira Schroeder:
"Se puede matar a alguien sin veneno y sin armas, sí incluso sin palabras, es posible hacerlo con el simple comportamiento - se contestó con tono ingenuo y asustado, como si él mismo se sorprendiese de la importancia de su descubrimiento -. Un hombre es capaz de acabar con otra persona si no la deja marcharse y tampoco permite que se acerque por completo a él; la ata a sí mismo y no la devuelve al mundo, y al mismo tiempo mantiene las distancias, no fragua ninguna alianza con ella. La persona así tratada acaba muriendo por haber sido apartada del mundo." Sándor Marai: La Gaviota.
"Pasó así más de un mes. Su cuarto olía a encierro y a belladona, ella a sal y cebo. Los ojos le habían crecido como sapos y en la frente le habían salido cuatro arrugas. Los niños empezaron a estar hartos de hacer lo que se les pegaba la gana, la cocinera se peleó a muerte con el chófer, su marido acabó de fundar el partido y empezaron a urgirle conversación y cama tempranera. El director de la Cruz Roja llamó para pedir auxilio econónmico, su hermana quería dejar un tiempo las clases de costura y como si no bastara su papá le mandó decier que los enfermos de cáncer terminan por morirse, y que luego lo extrañaría más que a cualquiera. Todo esto puso a la tía Fernanda a llorar con la misma fiereza que el primer día. Doce horas seguidas pasó entre mocos y lágramas. Como a las siete de la noche Felipita le preparó un té de azar, tila y valeriana con dosis para casos extremos, y la puso a dormir hasta que la Divina Providencia le tuvo piedad. Una mañana, la tía Fernandad abrió los ojos y las sorprendió el alivio." Ángeles Mastretta: Mujeres de ojos grandes.
"Se puede matar a alguien sin veneno y sin armas, sí incluso sin palabras, es posible hacerlo con el simple comportamiento - se contestó con tono ingenuo y asustado, como si él mismo se sorprendiese de la importancia de su descubrimiento -. Un hombre es capaz de acabar con otra persona si no la deja marcharse y tampoco permite que se acerque por completo a él; la ata a sí mismo y no la devuelve al mundo, y al mismo tiempo mantiene las distancias, no fragua ninguna alianza con ella. La persona así tratada acaba muriendo por haber sido apartada del mundo." Sándor Marai: La Gaviota.
"Pasó así más de un mes. Su cuarto olía a encierro y a belladona, ella a sal y cebo. Los ojos le habían crecido como sapos y en la frente le habían salido cuatro arrugas. Los niños empezaron a estar hartos de hacer lo que se les pegaba la gana, la cocinera se peleó a muerte con el chófer, su marido acabó de fundar el partido y empezaron a urgirle conversación y cama tempranera. El director de la Cruz Roja llamó para pedir auxilio econónmico, su hermana quería dejar un tiempo las clases de costura y como si no bastara su papá le mandó decier que los enfermos de cáncer terminan por morirse, y que luego lo extrañaría más que a cualquiera. Todo esto puso a la tía Fernanda a llorar con la misma fiereza que el primer día. Doce horas seguidas pasó entre mocos y lágramas. Como a las siete de la noche Felipita le preparó un té de azar, tila y valeriana con dosis para casos extremos, y la puso a dormir hasta que la Divina Providencia le tuvo piedad. Una mañana, la tía Fernandad abrió los ojos y las sorprendió el alivio." Ángeles Mastretta: Mujeres de ojos grandes.
[1] Ruth
Silviano Brandão, “Les lumières, les ombres, la musique et le
nécessaire silence”, en: http://mondesfrancophones.com/espaces/psyches/les-lumieres-les-ombres-la-musique-et-le-necessaire-silence/ y François Velde, “Tous les matins du monde”, en:
http://www.medieval.org/emfaq/misc/tlmdm.htm
[2] Morel, G. La ley de
la madre: ensayo sobre el sinthome sexual. Fondo de cultura económica. Chile: 2012.
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