lunes, 18 de marzo de 2019

Cine y Psicoanálisis.  Ciclo XXIII: “La cadencia de la música” 

La Asociación Costarricense para la Investigación y Estudio del Psicoanálisis, en celebración de su 30 aniversario y como parte de sus actividades anuales en la difusión y trasmisión del psicoanálisis en nuestro país, se complace en invitarles al vigésimo tercer ciclo de su espacio de Cine y Psicoanálisis. 
Desde 1996, este espacio se ha dedicado a celebrar la articulación del discurso psicoanalítico con las narrativas que nos brinda el séptimo arte. En torno a una temática anual que se vincula con las vicisitudes de nuestra sociedad y cultura, se presentan, una vez al mes, una selección de películas cortejadas por textos literarios, comentarios técnicos sobre la producción del filme y un prólogo desde una lectura psicoanalítica. Todo esto, para permitir un escenario de interlocución sobre la temática presentada.
Este año dedicamos nuestro ciclo XXIII a la música. Desde sus inicios, el cine y la música han marchado de la mano, dialogando e invitando a sus interlocutores a leer esa otra escena del espacio cinematográfico. 
Es en la música que se apela a una voz que nos es la de la palabra, sino aquella voz que habita en el lenguaje, lo reviste acompañándolo con su sinfonía y permite, en su deslizamiento, una escucha otra. La voz musical en-canta al relato, produce un disfraz escénico donde el sujeto se ve afectado y le permite darse cuenta que el cine es hablado en estos movimientos armónicos. Las notas surgen como ausencia que acompaña los intervalos donde los silencios de la palabra se presentifican; límite último que vela ese nudo encuentro entre la imagen y el ojo.
 La música vela, revela y rebela, mostrando en esas tres funciones una dimensión transformadora y creadora, artífice de un relato; narrativas que se construyen con este cortejo acústico.  
Es en el relato cinematográfico que la cadencia de la música nos muestra otras temporalidades distintas a las del enunciado. Un ritmo narrativo que surge en los distintos giros melódicos, desde las sutiles notas acústicas hasta las poderosas bandas sonoras con sus arreglos orquestales. En ocasiones, son recitales o interpretaciones en escena que elevan al género de “musical” la propuesta fílmica. La cadencia en sus distintas modalidades viene a situar resoluciones, puntos de almohadillado que permiten, en esa otra voz que constituye la música, la producción de un sentido que reorganiza la palabra hablada y el cuadro de la imagen que el celuloide nos presenta. La música, al igual que la poesía, se divorcia del significado, en la apertura a un sentido singular para cada espectador que encuentra placer y gozo en la puntuación que estas cadencias configuran.
Hay un deseo que se articula con la música, ahí en el relato del cine, el eco de un eco que regresa para evocar una imagen que se despliega en los tarareos que quedan como resto y que en última instancia se vuelve deseo de otra cosa. Musitamos una tonada que no es la misma del relato al cual pertenece, más por el efecto trasformador que produjo que por una simple función estética. Esto produce la cadencia, una après-coupde sentido que transforma el relato fílmico y al sujeto propiamente.
 Con estos efectos de la música, efectos enigmáticos, ya que nunca se podrá decir lo que acontece en el arrebato que se produce cuando la palabra hace reverencia a la voz musical, el sujeto habrá perdido y encontrado algo, al ritmo de una ausencia y presencia que permiten la cadencia, perfecta o imperfecta, receptiva o plagal, pero resolución finalmente de lo que se hace con lo que queda de una historia. En esto, podría ser que la música se constituya como lugar de la memoria en el relato cinematográfico. 
Celebramos entonces en este Ciclo XXIII esa indisoluble comunión de la música con el cine, con 11 películas que dan testimonio de ésta y de la articulación con la literatura y el psicoanálisis.  De febrero a diciembre de 2019, en una fecha de cada mes, se estarán proyectando estos relatos con comentarios de producción, textos escogidos que se entregarán a los asistentes y un prólogo por distintos invitados que, desde el psicoanálisis, dialogarán con estas narrativas que muestran, cada una de manera particular, las cadencias de la música en el cine. 
El lugar de las reuniones es en la sede de ACIEP, en Zapote. La entrada es gratuita y abierta a todo público. Para mayor información sobre horarios, fechas y dirección, pueden ingresar a:
Compartimos, asimismo, las películas que se presentarán:
21 de febrero:
La banda nos visita (2007) - Israel, Francia, Estados Unidos - Dir.: Eran Kolirin
Prólogo: Lucía Molina
21 de marzo:
La pianista (2001) - Francia, Alemania - Dir.: Michael Haneke
Prólogo: Leticia Rímolo
25 de abril: 
El baile (1983) - Francia, Italia - Dir.: Ettore Scola
Prólogo: Nora Borenstein

16 de mayo: 
La angustia de vivir (1954) - Estados Unidos - Dir.: Geroge Seaton
Prólogo: Jorge Ramírez
13 de junio: 
Mahler: una sombra en el pasado (1974) - Reino Unido - Dir.: Kent Russell
Prólogo: Milagro Argüello
18 de julio: 
Réquiem por un imperio(Taking sides) (2001) - Alemania, Francia, Austria, Reino Unido - Dir.: István Szabó
Prólogo: Sandra Jiménez
08 de agosto: 
Intermezzo(1939) - Estados Unidos - Dir.: Gregory Ratoff
Prólogo: Milagros Jaime
12 de septiembre: 
Pink Floyd: The Wall (1982) - Reino Unido - Dir.: Alan Parker
Prólogo: William Buckely
10 de octubre: 
Los fabulosos Baker Boys (1989) - Estados Unidos - Dir.: Steve Kloves
Prólogo: Etty Kaufmann
14 de noviembre: 
Cotton Club (1984) - Estados Unidos - Dir.: Francis Ford Coppola
Prólogo: Tatiana Blanco
12 de diciembre: 
 Cabaret (1972) - Estados Unidos - Dir.: Bob Fosse
Prólogo: Kira Schroeder